Historia de Una despedida
No era dueña de su historia, pero quiso inventarse un final. Su despedida había sido decepcionante comparada con lo bonito que había sido el amor, los días, las noches y los besos. Y como ella estaba melancólica, triste y aburrida quiso mejorarla. Habían quedado en el sitio de siempre, a la hora de siempre y como un viernes de siempre. Y, sin embargo, todo cambiaba con pasos de gigante.
Ella le esperaba oyendo música, un grupo nuevo y agradable que él le había recomendado. Él, como siempre, llegaba un poco tarde, pero a ella no la importaba, siempre esperaba por él.
Con paso lento un poco nervioso, se acercó a ella dándole un beso, no como los de siempre, no como los de una persona que espera toda una semana para verla. No como los de antes.
Anduvieron callados un largo tiempo, mirando a los desconocidos que caminaban con las prisas de siempre, en una ciudad desconocida, donde nadie hablaba con nadie por las calles.
Y en diez minutos dejaron el estrés atrás, entraron en el parque en el por el que siempre pasaban, y tanto ella como él sentina un silencio grande en el como si no hubiera nadie más como si fueran solo los dos, y en donde pasaban horas sin oír los ruidos de los autos, las voces de la gente. Donde se olvidaban de los días horribles. Donde sólo eran él y ella y nadie más.
Hablaron como de costumbre, de los temas que a ella nunca le aburrían. Pero ese día no era como los otros ella no sabía porque pero de pronto se supo todo. Él la quería, le dijo, pero ya era tarde, ya no eran ellos dos, ya todo había cambiado...bueno, algo de eso dijo.
Ella se quedo callada, inerte, ausente. Muriendo por dentro lentamente, con una lágrima sin fin que caía de su mejilla, sin saber qué hacer, que decir, ni cómo ni por qué, la besó y recibió el mejor beso que jamás hubiese soñado. Y él supo que no iba a haber otro igual.
Luego a ella le resbalaron tres lágrimas por la mejilla, una por lo vivido, otra por recordarlo y otra por que sabia que jamás iba a olvidarlo. Se separó de él y se dio la vuelta. Sonrió sin saber por qué sonreía y lloró sabiendo que nunca lo olvidaría.
En definitiva comprendió que nunca habría un final, que el amor permanecería en el corazón, imborrable para ella, pero trataría de olvidar, o por lo menos de quererlo en secreto, y seguir su camino, dejando que él siga con el suyo. Herida en el corazón por su primera decepción de amor.

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